¿Cómo hallar fundamento para el optimismo cuando la realidad produce desasosiego? Jóvenes acusados de no saber nada, docentes insatisfechos y cansados de renegar con adolescentes que parecen despreciar lo que ellos tienen que ofrecerles, asimetrías en las posibilidades de aprovechamiento de recursos que circulan, actores de la escuela que cultivan la cultura del facilismo.
En esta situación adversa y diversa en la que hoy vivimos y actuamos, hay experiencia acumulada que nos permite crear algunas condiciones que nos da la posibilidad de pensar en jugar otro juego adentro de la escuela. Que son creadas por docentes que creen en lo que hacen, apoyándose algunos de ellos en el paradigma cognitivo. Esto nos da optimismo y debemos hablar de esas condiciones con quienes se están formando para ser profesores y con profesores descontentos con situaciones que les toca vivir. Porque se habilita de este modo una discusión sobre el sentido del conocimiento matemático en este caso.
El sentido que tenía la matemática en la escuela secundaria antes estaba muy basada en la comunicación de mecanismos aislados que algún día irían a ser útiles para abordar problemas en serio, basados en un paradigma conductista, ya no sostiene a los docentes y a los alumnos en la acción de enseñar y aprender. Hay que establecer un sentido, hay que construirlo. No se trata de recuperar lo que era antes. Esto que era antes no convoca, no satisface, no gratifica, ni a docentes ni a los alumnos.
La escuela puede ser un ámbito en el que los alumnos aprendan a disfrutar de la cultura. Sabemos que en muchos casos hay una distancias entre estas expectativas y las experiencias educativas que tienen los jóvenes examinar esta distancia requiere hablar del sentido.
El trabajo de muchos docentes tiene hoy el signo de la frustración. Los profesores se sienten tironeando a los alumnos adonde ellos no parecen querer ir. Lograr un modo de trabajo más satisfactorio, más placenteros, es hablar del sentido.
Es necesario entonces la necesidad de pensar en los fundamentos del trabajo de enseñar matemática hoy, de que se encuentre un sentido más propio, una convicción que valga la pena defender. La didáctica, no puede ignorar el contexto social y político (paradigma histórico-social). Repensar la escuela es también un proyecto de los docentes y es, esencialmente, un proyecto didáctico.
Revisar la matemática que vive en la escuela, interrogarla, analizarla, es imprescindible para concebir otros escenarios. Contribuir a esa reflexión es uno de los propósitos que nos convoca.
NOTA: LA PRESENTE RESEÑA SE BASA EN VALIOSOS CONCEPTOS DICHOS POR PATRICIA SADOVSKY
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